Some people want to fill the world with silly love songs.-

Un rato en silencio con su hermano al lado y sus pensamientos se disparan. Miles y miles de imágenes de ella y Jacob en aquella cueva haciendo todo menos conversar amenamente. Intenta reprimirse, no quiere que la manada se entere de nada.

- Te.. hiciste eso con Jake? - él no podría dejar cerrada su bocota, Seth se paró en el camino y la miró con ojos como platos, eso era algo que se la había pasado. Con la mirada ladeada la miró esperando que le dijese algo de eso.

Iba pasos más adelante, sin saber de nada ni de nadie, intentando borrar esas imágenes. Intentando averiguar como borrarse la memoria de momento, hasta que Seth le rpegunta eso.
Mierda, no había funcionado.

Lo peor de admitir que hiciste eso a la manada, es que en la manada este tu hermano, y tu hermano pequeño. La vida la tenía con ella, sin duda.

Le mira, con el cabello revuelto y la mirada intentando inventar una excusa rápida. Nada.No le contesta

- Te apareaste con Jake? Leah! No lo puedo creer.. esto es.. - no tenía palabras para describirlo. Seth negó con la cabeza caminando un poco más. ¿Era egoísta de su parte querer conservar a su hermana con él? No tenía idea pero la idea de que alguien más la tuviera no le agradaba.

Esa palabra le sonaba tanto a ...animal y Leah era metamorfa, no animal.
Esa mirada en Seth, es la misma con la que la miran todos y le rompe el corazón. Leah no puede hacer nada, cometer errorer o simplemente tener experiencias, todo esta privado para ella. Todo está en debate.

El pequeño moreno hinfló las mejillas, no podía. Realmente no entendía, si por él fuera retrocedería el tiempo a cuando ellos eran pequeños y no tenían problemas de amor y su padre estaba allí.

Los cambios de humor de Leah son los por los cuales la juzgan tanto y está apunto de tener uno.
Tiembla de pies a cabeza, la loba interna clama por salir y correr, correr y seguir corriendo, por que el animal no siente, no vive, sólo existe y por eso leah lo ama.

- No tiembles.. - le pidió bajando la cabeza, su reacción no había sido la mejor, no debería haber sacado sus celos a relucir. Seth puchereó como un niño antes de hacer lo que su misma hermana pensaba, salió corriendo convirtiendose en el lobezno castaño en el camino.

Seth!....-lo llama sin dejar de temblar. Cuando el castaño estaba demasiado lejos como para escuchar, dejó salir a la loba gris claro y le siguió.
Lo alcanzó rapid, no por nada era la más rápida de la manada, pequeña y ligera.

El lobo color arena aulló cuando su hermana lo atrapó y se safó de ella, dando varios pasos hacia atrás, en aquella forma estaba en desventaja, su hermana podría leer todos los pensamientos que se le pasasen por la cabeza. El miedo a perderla, el que lo dejase solo como su padre, el que se fuera con otro lobo.

La mirada del lobo gris se tiño de solitarias lágrimas, de esas que luchan por no salir pero salen. Aulló al cielo y luego dejó libre al lobo color arena, sentandose en sus patas traseras, mirándolo.

"Es imposible que eso suceda, Seth. Jamás lo haré"

Seth miró a su hermana, con la lengua afuera, necesitaba realmente un respiro de todas las tragedias, el pequeño lobo se recostó e hizo el muertito patas para arriba y el hocico ladeado hacia un lado.

El pequeño lobo gris hizo un ruído bastante aprecido a un aullido, aunque claramente era una risa.
Estiró sus patas delanteras y se tiró sobre el lobo color arena, mordiendole la oreja, juguetona.

Eso le gustaba, no pensar y jugar, él sería feliz si pudiera pasar toda la vida en esa forma, jugando, corriendo libre y comiendo como bestia.

Seth le ladró y lamió el rostro mientras su hermana lo aplastaba con su cuerpo.

Es que el lobo era el alma en sí. Sin pensamientos, sin prejuicios. No razona, sólo vive, existe. Sólo disfruta de la vida y su vida es correr, proteger y comer. Era díficil no encariñarse con el animal que llevaban dentro, era la parte de ellos mismos que los liberaba de toda carga. Incluso cuando ella es loba, no puede dañarte, por que el animal no daña solo defiende.

De repente todas las preocupaciones se esfuman, no están y su corazón no duele, no está totalmente destrozado como siempre, esta en una pieza y esta feliz.

El miedo se va y sólo disfruta y ama.

Muerde la cola del otro lobo y se mueve de un lado a otro, hiperquinética y de la nada sale corriendo, jugando. Quiere que la atrape, dejándose dominar completamente por el animal.

Al ponerse de pie su hermana le mordió la cola. El lobo aulló e intentó alcanzarsela dando vueltas en círculos hasta marearse. La buscó luego, mirando a todos lados con la mirada perdida y corrió hacia el lado contrario de donde ella había huído, persiguiendo a una ardilla.

Corre metros, muchos metros, un centenar tal vez y luego se detiene cuando no siente que la siguen. El juego no funcionaba así.

De repente mil imagenes se apoderan de su mente animal y no sólo la suya, de la manada igual.

Sam y Emily, besándose. Primer puñalada. Los demás lobos hablando mal de ella. Segunda puñalada y la última puñalada...Jacob besándo a Bella y consolandola. Esa no debería dolerle...

Se detuvo, aullándo fuerte hasta que el aullido se convirtió en llanto y el lobo en chica.

El mareado lobito tomó a la ardilla de la cola y corrió con ella, feliz de la vida, tenía una nueva amiga y mascota, genial, esperaba que Sue no pondría quejas en meter un animal más en casa. Ella llanto de su hermana lo hizo detener, no sabía ahcia donde ella estaba pero debía encontrarla.

Corrió esquivando los árboles que se le presentaban hasta llegar a la chica, movió la cola ladrandole para avisarle que él ya estaba allí para ella.

Se abrazó al lobo, fuerte. Descargó toda esa pena que llevaba consigo desde el momento en que Sam desapareció por dos semanas y todo en su vida cambió.
Ella jamás había llorado por aquello, siempre restregaba esas imágenes en la mente de Sam para hacerlo sentir mal. Las restregaba en la mente de la manada para alejarlos. Siempre las ocupaba para algo pero nunca sufrió por ellas, hasta ahora.

Tenía que dejar a la nueva Leah de lado, tenía que echarla de su vida o iba a terminar desapareciendo la verdadera.

No era eso lo que había pretendido, solo había querido jugar y como siempre se había perdido en sus propios juegos. Lamió las lágrimas de las mejillas de su hermana mayor sentado como un buen perro.

No me gusta verte así

Seth se acurrucó para darle de su calor y su abrigo, sus cabellos demasiados largos y enmarañados, no debió jugar en el barro esa tarde.

No era su culpa, y no la era de nadie. Simplemente debía afrontar y acostumbrarse al hecho de que sentir lo que sentía, estando en la manada, no podía ser. Pero costaba demasiado y su único apoyo era Seth y no quiere cargarlo con sus problemas.

Se acurro en el lobo, abrigandose con su sucio pelaje, escondiendo el rostro.

La olisquea y lame su mejilla como si le estuviera dando n beso, Seth no podía hacer más, s hermana se le iba de las manos es por eso que prefería estar en s forma lupina para cuidarla, se sentía más fuerte y poderoso así.

Entre suspiros entrecotados y pequeños llantos la loba se durmió entre las patas del gran lobo color arena, muy pequeña.

Sin hacer ruido el lobo se acomodó viendo a su hermana mayor dormida y comenzpo a mordisquear una rama que estaaba cerca como un cachorro con un hueso.

El bosque estaba en calma, solo se escuchaba como él mordía la rama y los pajaros cantando en lo alto.

No siente ruidos, no siente emociones. Esta en un espacio en blanco, en la nada. Entre sus sueños. Descanza de todo en sus brazos. Naide creería que le menor de los Clearwater es el fuerte y no la mayor que aparenta ser dura como una roca.