Oh, Estados Unidos. Justo tenían que enviarla al sitio más aburrido, con los humanos más aburridos y menos provocadores. Pero qué más da, ya tendrá tiempo de saciar su sed antes de partir a Italia nuevamente.
Está claro, que la rubia se aburre. Pero no puede abandonar su puesto de control, acuclillada en una -no tan alta- rama de un viejo árbol, en la frontera entre los perros y los suyos. Sí, debe vigilar a ciertas ¿personas?