Ni bien supo de una fiesta en Port Angeles, había pasado todo el día en el dpto probándose ropa. Sin haber tenido noticias de su amigo desde la tarde en que se había ido a recorrer el pequeño pueblito, ella al terminar de arreglarse dejó una nota sobre su cama, diciéndole en donde estaba, y que esperaba que vaya ni bien llegara allí.
Entró al salón, con su vestido rosa oscuro, y el pelo bien ondulado. El lugar no estaba muy lleno que digamos, pero la castaña no perdió esperanzas. Seguro conocería a alguien.