En la puerta del bar del olvido.

¿Cómo ha logrado meterse allí dentro sin que la pesquen los perros? Supone que por su talento natural. Se sabe la mejor en lo suyo, aunque quizás no lo sea, su ego es más grande que cualquier otra cosa.

Pero hoy, sólo está allí para disfrutar del sol que no puede ni ver adelante de los humanos. Su piel brilla, como una joya. Si es bonita normalmente, ahora es inigualable. Oh sí, y eso también lo sabe.

Suspira distraída, mientras camina por la orilla de la playa de los Quileute, descalza.

Patea una pequeña piedra, que para su pie descalzo es como una pluma y nada más. Su vista va y viene por su alrededor, distraída. Está comenzando a aburrirse en aquel lugar, y piensa seriamente en volver a su Volterra.

Forks, que lugar más depresivo.

Chasquea la lengua ante sus propios pensamientos, mientras ahora sus ojos se pierden en el horizonte, cuando se detiene con el cuerpo de frente al mar.

Termina por enterrar sus pies entre la arena, cuando detiene del todo su caminar y se queda perdida en el horizonte. No le presta atención a nada a su alrededor, pues supone que se encuentra sola. No oye a nadie por varios metros alrededor. Y, por ahora, no ha probado su olfato, se contenta con lo primero.

Una ola de hedor llega a ella. Sus labios se crispan, cuando reconoce el aroma a perro mojado. Ese se le ha escapado de sus planes. Mierda. O se a así como vino, antes de que siquiera el maldito se acerque a molestarla, o se queda, y pelea.

Bufa entre dientes. ¿Por qué tienen que complicarle la vida?